sábado, 8 de marzo de 2014

Declaración de principios.


Cuando empecé a gestar esta ventana, retrocedí varias veces. Hay episodios duros que no se pueden omitir y que no se entienden sin el concurso de otros. Algunos "otros" han sido fuente de sufrimiento, en sí mismo o añadido. Me preguntaba cómo podía abordar algunas secuencias de la vida sin salpicar a nadie. Solo existe una fórmula: evitar el juicio y los nombres reales. Así que me limitaré a mencionar con pronombres sin que por ello falte a la verdad.

La pregunta del millón es la razón última de este blog. Si alguien me lo hubiera planteado hace unos años, mi respuesta hubiera sido un NO rotundo. El cambio no es un afán de exhibicionismo... o victimismo. Espero no caer en esta tentación. El deterioro provocado por el transtorno bipolar, la ausencia de fuerzas, la imposibilidad de desplazarme para echar una mano en muchas de las iniciativas creadas para rehabilitar a los más desfavorecidos... ha sido el detonante. Hay mucho dolor en el callejón... muchas personas que se proyectan en espejos cóncavos y quizá nadie les ha dicho "no estás solo", "yo también me ahogo en el absurdo, también me marea el vértigo de esta noria de la que no me puedo apear". 

He imaginado muchos ojos paseándose por el Callejón de los espejos; miradas cansadas, sedientas de cariño, sin esperanza... Miradas conocidas... 

Si aterrizas aquí, quién sabe si por casualidad, y encuentras una brizna de esperanza... el esfuerzo por recordar y envolver la memoria de ternura... habrá valido la pena.